El dinero y la pareja: ¿quién lleva los pantalones?
Tanto si cada integrante de la relación tiene independencia económica como si uno solo lleva el sustento al hogar, las peleas por el dinero siempre son por una causa que se desconoce
Si bien el tema del conflicto que genera el dinero en la pareja se puso “de moda” a partir de la apertura laboral de las mujeres, al parecer, influye en ése vínculo desde que el mundo es mundo. O mejor dicho, desde que en el mundo circula el dinero.
Para la licenciada Stella Maris Rivadero, el dinero "tiene un valor psíquico que excede valor real" y constituye la representación de la economía subjetiva del sujeto.
"Cuando se pelea por dinero, la contienda siempre está relacionada con otra cosa cuyas razones no se conocen", puntualizó la profesional, quien aseguró que la vinculación con el dinero "es diferente para hombres y mujeres" y que ésta depende de la historia de cada uno.
En ese sentido –y según la historia de cada uno- el dinero "puede ser un obstáculo o no" para la relación. "Hay toda una transcripción que se hace de generación en generación" y que tiene que ver por ejemplo con cómo la madre dependía o no del dinero del padre.
La psicoanalista se desempeña como coordinadora docente y supervisora del Equipo de Pareja y Familia del Centro Dos y remarcó que "el dinero ocupa un lugar estratégico; está vinculado a otras cosas no dichas" y se constituye como un "factor de poder" en el vínculo.
"Generamente –dijo Rivadero- cada uno quiere la primacía sobre ese poder, que hasta puede adquirir valor erótico". "Cualquiera que tenga el dinero puede usarlo para someter al otro", subrayó la profesional, para quien determinar qué hacer con la plata "es un pacto singular a cada pareja".
Consultada por Infobae.com acerca de si tiene más poder en la pareja el que aporta más plata, dijo que "imaginariamente sí". Aunque –según ella- el "poder" no es tal y depende de otras cosas; el que tiene el dinero tienen la potestad de dar o quitar.
En ese contexto, "el que recibe queda en inferioridad de condiciones, salvo que haya un pacto o acuerdo donde se aclare el dinero no tenga propietario sino que es de la pareja".
Rivadero suele encontrarse con dos posiciones: chicas jóvenes que trabajan y tienen una relación más despegada con el dinero o mujeres que dependen del marido cuya relación es más problemática.
La independencia económica del muchas veces llamado sexo débil puede aportar beneficios o perjuicios al vínculo. "Están quienes consideran que tener su propia plata les permite no consultar ni hacer partícipe a su pareja de los gastos (lo cual en el corto o mediano plazo puede generar conflicto), aunque ganar su propio dinero le da libertad para no ubicarse en un lugar de servidumbre".
"Detrás del dinero se juegan otras cosas no consientes; suele ser factor de manejo" (del que da y del que recibe: el primero porque cree que él –o ella- sólo puede llevarlo y el otro porque cree que no puede generarlo).
Así es que "cada pareja tendrá que ver qué hace con ese objeto para encontrar el equilibrio y que no se convierta en un lugar de conflicto", dijo la profesional y detalló: "algunos conservan sus gastos por separados; otros convergen en los gastos".
En otro orden de cosas, Rivadero concluyó que se debe ubicar el valor que se le da al dinero según el "lugar" social. "A veces se relativiza (la importancia) de acuerdo al lugar que se ocupa en la sociedad", aseguró y concluyó: "mientras en algunos casos ocupa un rol de subsistencia, en otros cobra sentido en relación a qué se hace con el excedente".